DE LAS COSAS DE LA VIDA

9 May, 2024 § Deja un comentario

08.05.2024

EL SIGNO INSIGNIFICANTE

2 May, 2024 § Deja un comentario

02.05.2024

CADA COSA EN SU ORDEN DE IMPORTANCIA

28 abril, 2024 § Deja un comentario

28.04.2024

LA ESTRATEGIA DE LA CARCOMA

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23.04.2024

18.04.24

18 abril, 2024 § Deja un comentario

Es posible que la edad sea el factor desencadenante. Es posible que haya un componente congénito detrás de esta profunda desesperanza, un componente que los años activan de modo, casi diría, inexorable.

Pese a todo, no puede ocultarse la evidencia que presenta nuestro tiempo: terroristas honorables, caridad prostituida, una fealdad viscosa que inunda las ciudades: desde las grandes avenidas a la profundidad de las consciencias. El ruido interminable que emiten las gargantas, inflación de lugares comunes, tópicos absurdos convertidos en índices indudables de una verdad trastornada y malherida. Alguien ha descrito el cuño personal de nuestro tiempo: imbéciles y malos. La atmósfera social genera esa tortuosa condición: un ser humano estúpido y perverso, rostros indecentes adoptan gestos lascivos, el belfo inflamado por el bótox y la voz estridente, que pronuncia sandeces mientras adopta el aire de una sabiduría depravada.

Ante mis ojos la osamenta calcinada del mundo, un horizonte arruinado y tomado por una moral siniestra. Y tienes hijos, que no puedes defender. Conservas el elemento de la vieja condición humana, para ver como los devoran alimañas a la orden del día, como los abrasa la sucia pedagogía, como los consume el légamo publicitario y los hastía la industria educativa. Puedes servirles de modelo, asumir con entereza tu propia demolición. Puedes dar testimonio, si tienes el valor del mártir. Es ésa toda la defensa y te sabes impotente. Si pudieras arrancarte de las sienes la memoria, si pudieras descuajar el corazón de la tierra en la que anida, si pudieras desprenderte de tu vida y conceder la victoria al día de hoy, entregar el óbolo a tu tiempo, deshacerte de esa rigidez que te impide quemarte las pupilas para no ver más, para no respirar más el insalubre aire del presente. Si pudieras ser nada con la nada. Si pudieras ser, como tantos, inteligente. Inteligente hasta la astucia esencial del que antepone la supervivencia a esta dignidad envilecida.

Si es verdad que Dios me grita y me niego – del modo más miserable – a afrontar la gran guerra de la realidad: ¿Por qué no tolero la oscuridad de esta existencia corrompida? Algo indica que no me he rendido, pero también que no sabré encontrar el camino de la Vida.

ESPAÑA EN PROCESIÓN

2 abril, 2024 § Deja un comentario

01.04.2024

AL PRINCIPIO

27 marzo, 2024 § Deja un comentario

METIDACIÓN EN LA SEMANA DE PASIÓN II

Fue antes de que naciera el viento y la sombra del primer árbol matizara la tierra. Antes de que la luz se abriese paso en la superficie absoluta de las cosas. Era cuando nada mancillaba la distancia y no podía soñarse un horizonte que nos contuviera. Antes de que se escuchara el primer sonido celeste, antes de que naciera el germen secreto de las cosas perfectas. No había nada y era todo alegría en el seno absoluto de una intención correcta.

Fue antes de que un velo de llamas incendiara un desierto sin centro, ni periferia. Antes de que el cálido rumor de los cielos habitara la cueva de unas manos abiertas. Bajo una bóveda sin dimensión alentaba un vacío colmado de soledades inmensas.

Fue al principio de este mundo que se marchita en un solo acto. En el abismo radiante de una noche concreta, todavía se escucha el pulso que anima nuestra miserable apariencia. Al principio es la verdad sigilosa que imprime su signo en esta materia. Al principio. Antes del principio que nos arrastra y nos condena, más presente que la sombra de los cuerpos, más callado que la más populosa de las ausencias. Fue antes de que pesara sobre mí el fragor de los días y el temor de las batallas, antes de que hubiera esta sombría conciencia.

EL PEINE DE MLLE LAMBERCIERE

24 marzo, 2024 § Deja un comentario

MEDITACIÓN EN LA SEMANA DE PASIÓN

Que el tiempo nos deshace es una evidencia, no por sabida menos atroz. Hay quien se complace en el daño irreparable que nos infringen los años, y se deleita en su vejez, como si fuera un mérito. Otros se duelen y lamen sus arrugas como heridas abiertas, como llagas producto de una batalla perdida. La realidad es menos novelesca. Envejecemos, signo de nuestra constitución biológica, y designio de nuestra naturaleza. La conclusión es horrorosa: moriremos.

Cuando hace tiempo que vivimos solos, ya estamos muertos, porque sólo nos salva la comunión profunda con el prójimo y toda opacidad es un ataque mortal, todo obstáculo en una herida que destruye la fuente extrema de la vida.

En algún momento tuvimos acceso sin mediación al corazón del prójimo, alguna vez una trasparencia absoluta nos confundió en un abrazo silencioso. Si no fue así, vivimos una vida impostada. Sólo vive quien vio alguna vez la verdad tras otros ojos, quien ha tocado con su voz la carne viva de un alma o ha percibido el matiz incontrastable que nadie conoce, la exacta rugosidad de un verbo o la tenue oscuridad de un súbito gesto. Quien nos ha visto y a quien hemos visto con la mirada real, es un hermano perfecto Esa comunión sin matices está expuesta al más mínimo velo y caerá alguna vez, por efecto de una ambigüedad o un silencio. Nada hay más doloroso, nada hay más secreto.

La gran desolación es el índice del final de la infancia y el retorno al paraíso es la vana esperanza de los jóvenes revolucionarios. De algún modo todos hemos sufrido esos trances de desamparo. Hemos aprendido a existir en una atmósfera discreta y solitaria, eternamente triste. Como el taciturno esclavo de uno mismo, hemos aprendido a esperar la muerte definitiva, como el soldado exhausto que se tumba a la espera de que un manto de nieve cubra su último tránsito.

Sin dejar de recordar, de traer al corazón una y otra vez, aquella atención incansable, aquella comprensión sin palabras, hemos de saber que somos criaturas caídas, incapaces de sostener la unión más allá de un instante. Me asusta saber que, más pronto que tarde, entraré solo en la interminable soledad de la última noche.

NO A LA GUERRA

24 marzo, 2024 § Deja un comentario

22.03.24

YA VES.

21 marzo, 2024 § Deja un comentario

Hoy es tendencia salir a la calle en ropa interior. No pants, lo llaman. En un inglés desnudo y sin matices. ¿A quién sorprenderá esta conclusión del largo proceso de desenmascaramiento del sujeto que es el pensamiento moderno? Ajenos a toda formalidad, delatada como ocultamiento, nos expondremos en pelota picada ante la mirada desinteresada y flácida de la cotidianeidad. No somos nada y menos al desnudo.

La gravedad de la hermosa cobertura de otro tiempo nos permitía ir por el mundo con la solemnidad y el reposo de las cosas que importan. Lentos y circunspectos eran nuestros padres, nosotros somos ligeros y banales, seres aéreos, sublimes, espirituales.

Enseñamos el culo y sus inimaginables vientos, con la alegría etérea de los pajarillos de entonces, aunque no se compadece tanta levedad con el ceño fruncido y el rostro agresivo de tantos modelos. Soportamos sin ropa el aliento mefítico de un mundo que no esconde nada, que está, de par en par, abierto. La solemnidad y el silencio ceremonioso han sido sustituidos por la tontería y el aspaviento del photocall. Y así andamos, visibilizando la memez de nuestro tiempo.

Habrá, no me cabe la menor duda, filósofos sesudos que hagan la palinodia de la modernidad, pero toda la negación del mundo no permite dudar del triunfo absoluto de la nada. Somos hijos del viento, retoños del espiritualismo moderno que pueden enseñar su patética osamenta como si no fuera con ellos.

En fin, señores, que he visto en calzones cuerpos gloriosos y me han dejado frío allí mismo donde me enardecía la sombra sutil de aquellas damas.